Por Mauro Scarlato
Este itinerario de cuatro días tiene como punto de partida las iglesias barrocas de Modica, serpentea por el sureste de la isla hasta llegar al Valle de los Templos de Agrigento y acaba de nuevo en Catania.
Si se decide a hacerlo, no le quepa duda de que quedará encantado no sólo por la belleza de los lugares, sino también por la riqueza y diversidad de un repertorio gastronómico celosamente guardado por la tradición siciliana.
Primer día: de Catania a Modica
Un par de horas separan el aeropuerto de Fontanarossa de Modica. Esta localidad, a tan sólo 10 km de Ragusa y declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, es sin lugar a dudas una de las más espectaculares de Sicilia.
Un alto en la Antica Dolceria Bonajuto le permitirá descubrir un chocolate elaborado según una receta de 1880 (con cardamomo, guindilla, canela…) así como los dulces típicos de la zona: aranciata, una especie de alfajor a base de miel y cáscara de naranja de origen árabe; nucatoli, pasta de miel y almendra en forma de “S” rellena de higo; y ‘mpanatigghi, un dulce que se remonta a la época de la dominación española, de ahí su nombre (y su forma), deformación de “empanadilla”.
Llegada la noche podrá cenar en La gazza ladra (la “urraca ladrona”), un restaurante de atmósfera cálida y luces tamizadas dirigido por el joven chef Accursio Craparo. Tras obtener un diploma de hostelería y efectuar un periodo de pruebas en el extranjero, este chef trabajó en dos reconocidos restaurantes italianos: Joia de Milán y Le Calandre de Rubano (Padua). De regreso a Sicilia, Craparo sintetiza en su cocina el talento, la sensibilidad y el dominio técnico adquiridos durante años. La relación cotidiana con los productos de la tierra sigue siendo esencial.
Entre sus platos con personalidad propia cabe destacar el filete de salmonete con hojaldre, sabayón al tomillo cedrino y patatas, mientras que el cuscús con tinta de sepia nos transporta a la costa norteafricana, visible a lo lejos por encima del mar azul.
La crema dulce de yema de huevo y marsala, leche de almendras y gofre de merengue retoma los ingredientes clásicos de la repostería siciliana reinterpretándolos en clave ligera.
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Via Michelin
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