Escrito por Lic. Luis Fontoira
Ocupa, después del asado, el segundo lugar en la “pole position” del típico gusto argento. Es una pasión desmedida entre los tucumanos. Tiene un monumento que lo homenajea, existe un proyecto de ley para designar el “Día del sándwich de milanesa” y hasta hay una “Expo Milanga”. Secretos a voces de un plato algo rústico para los chefs pero que hace babear a los argentinos.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, una milanesa –además de ser una “natural de Milán”- es “un filete de carne empanado”, en tanto que un sándwich es un “emparedado hecho con dos rebanadas de pan de molde entre las que se coloca algún alimento”.
Sin entrar en el significado lunfardo del término milanesa –mentira, embuste, engaño- se puede asegurar, en definitiva y sin miedo a los ataques de algún sibarita hiperculto de los que pululan en algunos canales de TV, que un sándwich de milanesa es carne empanada entre panes.
Y aunque está dicho que “pan con pan es comida de tontos”, en la Argentina –y más aún en Tucumán- el sándwich de milanesa o el “sánguche de milanga”, como se lo denomina en la calle, es una de las comidas preferidas.
En el “Jardín de la República” la “milanga sanguchera” es un manjar que le gana ampliamente a las empanadas, a la humita en chala y a los tamales: desde hace dos años se realiza la “Expo Milanga” -una feria íntegramente dedicada al sándwich de milanesa-, existe un monumento que honra no solamente a la exquisitez doblemente empanada sino también a sus consumidores, hay un proyecto de ley para declarar el “Día del sándwich de milanesa” y en 2011 se batió un récord que engrosa las páginas del libro Guinness.
Tanta información sobre un producto de aspecto tan humilde pero masivo y “multitarget” –como lo denominarían los publicistas y los marketineros, solamente por decir algo- merece ser contada paso a paso. Tomemos dos mitades de pan, entonces, y armemos nuestro sándwich por partes.
Expo Milanga
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