El 4 de agosto es el Día del panadero. Aquí, una breve historia del alimento que todos comen y a nadie aburre.
Existen distintas versiones sobre cómo y cuándo se empezó a elaborar pan. Muchos dicen que el hombre descubrió el pan un poco por casualidad, durante el neolítico, cuando luego de haber dejado una papilla de cereales y agua al sol, por el calor del sol y el contacto con levaduras naturales del aire, la papilla se convirtió en una especie de galleta seca.
Lo que pocos dudan es que los griegos hayan sido los padres del arte de la panadería. Fueron los creadores del primer horno a leña, y ya contaban con más de setenta tipos de panes con masas de trigo, cebada, avena, salvado y centeno, saborizados con especias, miel, aceites y frutos. Les daban distintas formas y hasta se animaron a jugar con distintas temperaturas y tiempos de cocción. En un principio, fue un alimento relacionado con los rituales para los dioses, pero rápidamente se convirtió en un alimento popular.
Los romanos oficializaron el oficio panadero. Aparecieron las reglas de elaboración, los impuestos, y durante la época del emperador Trajano se fundó la primera asociación, El Colegio Oficial de Panaderos. Los romanos mejoraron los molinos, las máquinas de amasar y los hornos. Además, como pan y vino conformaban la dieta básica de los soldados, inventaron la receta para el panis militaris, un pan de larga duración que les servía para las cruzadas. En un principio, era un alimento de familias pudientes, pero con el tiempo se popularizó tanto que el poeta Juvenal llegó a decir que los romanos sólo necesitaban pan y circo para vivir.
Durante mucho tiempo, el color de la miga del pan fue un indicador de la clase social de quien lo consumía. Cuanto más blanca la miga, más caro era el pan. El pan blanco era un alimento exclusivo de las clases altas, y en muchos casos se usaba como plato para colocar la comida, que una vez usado se tiraba para que lo comieran los pobres.
A fines del siglo XVIII, con el progreso de la agricultura, las investigaciones sobre la harina y la mejora en las técnicas de molienda, empezó a perfeccionarse la calidad de la harina, aumentó la oferta y bajaron los precios. En el siglo XIX, con la invención del molino a vapor, la aparición de nuevas levaduras y técnicas de amasado, la industria panadera comenzó o crecer a pasos agigantados.
Hoy todo el mundo come pan, y ya no rige la ley del color de la miga. Hay de muchos tonos, gustos e ingredientes. Y hay quienes no pueden pasar un día sin comer un bocado de pan.
En Buenos Aires hay pan para todos los gustos. Fijate este recorrido de Oleo Dixit por las mejores panaderías de la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario